Ya es tarde para mí.
Ya es tarde.
Todo se ha terminado.
Las manos invisibles del océano muerto
me arrastran al fondo,
a la oscuridad,
a la muerte.
Se acabó, no hay tregua
para los que no duermen
y sin embargo suenan.
Sueñan con volver a.
Volver donde.
Volver hasta.
Volver, a secas.
La puerta se ha cerrado,
he perdido las fuerzas,
ya no puedo nadar.
¿Qué ha pasado?
Tu voz me recuerda tus últimas palabras,
el primer beso,
pero nunca el te echo de menos
que me haría seguir luchando.
Este océano es demasiado largo,
demasiado ancho,
demasiado profundo.
Me ahogo. Me estoy ahogando.
Tengo miedo. Tengo mucho miedo.
Mamá, ¿me voy a morir?
Mamá, ¿esto sanará?
El silencio me responde.
Escucho el canto de las ballenas,
lejano, extraño.
Me ahogo, me hundo.
Un viaje de no retorno a la oscuridad.
¡Mar! ¡Mar, vuelve!
El silencio vuelve a responderme.
Tus manos, ¿dónde están tus manos?
Pequeño mar, ¿dónde están tus orillas?
¿Dónde están tus olas?
¿Dónde estás?
Mar, ¿dónde te has metido?
Este océano me da miedo,
este océano no pueden esconderlo tus ojos.
Mar, me muero.
Mar, me queda poco en estas aguas.
Este lugar no es el que nos prometimos.
Este lugar no tiene vida.
Este lugar es la muerte.
Mar, lo siento. Mil veces lo siento.
Debí haberte cuidado mejor,
más,
más intensamente.
Mar, siento haber sido tormenta y tempestad,
siento haber destrozado tus corrientes,
siento haber asesinado tu fauna.
Mar, lo siento.
Mar, una vez te quise y otra te amé.
Se acabó.
Podrás olvidar al mar, pero nunca podrás olvidar su oleaje.
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