I.
Recordar el momento exacto, la luz y las palabras de cuándo lo dejamos será penitencia, pero también el acto más grande de amor propio que he podido hacer nunca por mí.
II.
Logré huir de todo lo que representabas.
Pero las secuelas todavía laten y palpitan con fuerza. Las cicatrices no se cierran del todo.
III.
Mi brújula está imantada y ya no confío en ella.
Me zafé de unas garras para abrazarme a otro peligro.
Que sepas nadar no te garantiza que un golpe de mar no te vaya a matar.
IV.
Por qué no entiendo que querer es otra cosa, y no esto.
Por qué me siento vacía y fría desde aquel día, y desde que le puse nombre a todo aquello que hiciste.
Te escribo porque cinco años más tarde hay cosas que siguen ardiendo. Y no se apagan.
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